viernes, 7 de septiembre de 2018

Amanecer y sabána.

Soy de quienes sostenemos firmemente que Venezuela, luego de esta ominosa etapa, comenzará a ser la nación que nunca ha sido, pero no nada mas en lo que se refiere a su renovación y prosperidad material, que lo será sin dudas, sino la nación que por primera vez en toda su historia, comenzará a sentirse como tal. Antes he dicho que un país es fácil de ser, basta una bandera, unos colores, un himno "nacional", y, desde luego, un territorio y listo: tenemos un país. ¿Una nación? es otra cosa muy distinta; una nación es antes que todo un sentimiento y pensamiento vivos y constantes en el alma y espíritu de quienes la asumen, sea porque en ella nacieron o porque a ella llegaron; una nación la conforman un conjunto de seres humanos cuyo sentido de pertenencia es tan profundo que con sus actos cotidianos demuestran que sus preocupaciones y ocupaciones, luego de las propias y las de los suyos inmediatos, en seguida están las de los otros con quienes comparte el suelo que pisan, el cielo que los cubre y el espacio en que respiran; es, por tanto una emoción alimentada perennemente con los latidos de cada uno de quienes la componen. Los venezolanos que hoy se desplazan por las calles de todo el mundo y, principalmente, por las de latinoamerica, son una nación aprendiendo a serla; están aprendiendo el significado profundo de ser de algún lugar cuando la nostalgia enseña; están llorando y riendo a ese lugar que no es solo su casa, su calle, su ciudad, sus playas, montañas y ríos sino su NACION, la recién nacida en sus almas en las que finalmente Venezuela es mas que su país.
Luego de la larga y oscura noche que nos ha tocado vivir y del agotamiento de su velar, finalmente veremos ese amanecer tan esperado, cuyo sol saliendo para todos, antes que en la aurora, en nuestras almas brillará primero. Seremos capaces de sentirlo. Veremos la anchura de su majestuoso horizonte iluminarse, que serán sus brazos abiertos para el encuentro emocionado, para la llegada alegre y feliz de la nación que nunca perdió la esperanza de nacer.
A Balza

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